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Foto del escritorErika Castillo

¡AHORA ME TOCA A MÍ!

por Erika Castillo


La verdad no se que pasó todo fue tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar, pero ahora estoy aquí y todo se siente tan diferente, familiar pero diferente.

Es como si me hubieran abandonado todos los sentidos, pero a la vez todo se ha incrementado, me siento vacía pero no estoy a la deriva.

Te veo allí sentado junto a mí, tu mirada esta vacía, tus manos tiemblan, no sé que es lo que pasa por tu mente. ¿Acaso pensaste que sería distinto? Tu mente te jugo una mala pasada pensando que todo esto te haría sentir mejor, pero en realidad te dejó más hundido en tu miseria; eso lo puedo ver con claridad ahora.


No se que pasará conmigo, todos los planes que tenía se me han venido abajo en un instante, ahora mi vida ha cambiado de rumbo y no fue porque yo lo haya elegido, mi voluntad fue minada por tus ganas de querer, por tus ganas de poseer y por tu falta de humanidad.


En mi trabajo tengo un futuro prometedor, he luchado por ello cada día, he sacrificado muchas cosas por lograr una posición donde pueda tener una seguridad, he dado horas extras de trabajo arduo y monótono que sólo beneficia al dueño de la empresa y a mí me remunera de manera mediocre, pero esto es lo necesario para poder aspirar a algo más, es lo que tengo que hacer cada semana si quiero tener días donde mi preocupación no sea como pagar el recibo de luz de éste mes o si me alcanzará para comprar un par de zapatos.

¡Ah, mis zapatos! Tanto que me gustan mis zapatos rojos y ahora los veo destrozados. No recuerdo como pasó, todo es un poco confuso, mi mente está perdida.


Hay voces en mi cabeza que no reconozco, los sonidos están más intensos, todo es muy molesto, tengo dolor, pero no sabría decir en que parte, sólo se que me duele y ¡mucho!


Se ha ido la luz, sólo esto me faltaba, tengo que estar lidiando con este tipo de situaciones, ¡no puede ser posible! ¿Dónde está mi lámpara? No logro alcanzarla, si aquí la tenía, justo debajo de la cama.

¿Qué me está pasando?

¿Por qué no puedo agarrarla?

¡Allí está, puedo verla!


Ahora todo lo veo con un velo de por medio, como si la neblina hubiera entrado en mi casa, tu sigues allí sentado, mirando fijamente. Te has perdido en ti mismo.

Camino por la habitación tratando de encontrar el interruptor en la pared, ¡Necesito luz!

¿Por qué no puedo encenderlo?

¿Qué me está pasando?


Poco a poco los recuerdos llegan a mí, empiezo a entender lo sucedido.


El día de hoy me levanté más temprano de lo habitual, quería salir a correr antes de ir a trabajar.

Me preparé con mis tenis blancos, esos están muy cómodos y quería saber si podía mejorar mi tiempo. Corrí disfrutando el aire de la mañana, fue hermoso ver salir el sol mientras mi corazón latía con fuerza dejándome sentir viva, fuerte y capaz de lograr cualquier cosa.

Regresé a casa y tomé un baño rápidamente, el agua fría me espabiló, pero lo disfruté.

Mi desayuno fue rápido, un pan tostado con café, más tarde comeré algo en mi trabajo, eso pensé.

El día en la oficina fue ordinario, llamadas por realizar, correos por contestar y mi compañera que me invitó a almorzar. Platicamos de que íbamos a hacer el fin de semana, la fiesta del hijo de Martha, la de contabilidad, es el viernes por la tarde y estábamos viendo quien llevaría el pastel; ahora me acuerdo.

Después todo siguió igual, el trabajo y las nóminas por entregar. Lo bueno que ya es jueves, la semana casi acaba. El sábado iré a visitar a mis papás.


Cuando salía del trabajo me topé contigo, recuerdo que me invitaste a salir, pero yo no me siento cómoda con tu presencia y amablemente te inventé una excusa, pensé que me habías creído.

Llegué a casa, ya eran como las 6 de la tarde.

Hice pescado para cenar y pensé en comerlo viendo esa serie que he pospuesto desde hace tanto. Siempre habrá tiempo para todo, al menos eso pensaba.


Estaba dormida en el sillón cuando un golpe a la puerta me despertó, ya era de noche y yo no esperaba a nadie. Qué extraño la luz de afuera no enciende, pensé sin darle mucha importancia.

Aquí es donde mis recuerdos se mezclan, un golpe al abrir la puerta me hizo caer al piso y no pude reaccionar, cuando me jalabas adentro de la casa pude ver tu rostro, pero aún así no entendía lo que pasaba.

Me sentaste en una silla, ahora lo recuerdo bien, y empezaste a decirme lo mala e injusta que había sido porque no quería salir contigo, dijiste que todo era mi culpa, que yo te había obligado a hacer lo que ibas a hacer.


Pero yo nunca te obligué a nada, de hecho, casi nunca hemos platicado, se quien eres porque te he visto por mi trabajo y has cruzado conversación conmigo, pero siempre ha habido algo que no me gusta de ti. Ahora lo entiendo.


Quise agarrar uno de mis zapatos rojos que estaban en el piso cuando me diste la espalda, para tratar de golpearte, pero mis reflejos fueron lentos y me golpeaste de nuevo. Aquí fue donde todo se apagó.


Ahora lo entiendo todo.

Estoy muerta.

Por eso no puedo prender la luz, por eso no pude agarrar mi lámpara.


Sabía que tus intenciones no eran buenas, porque siempre te encontraba justo cuando yo salía de la oficina, al principio no le di mucha importancia. Pero después comenzó a preocuparme.

Cuando le mencioné esta situación a mi compañera, no se mortificó mucho y me dijo que dejara de pensar en eso, y así lo hice, incluso en alguna que otra ocasión llegamos a bromear cuando te veíamos caminar por la acera desde la ventana de la oficina.

—Ya llegó tu enamorado— me decía.

¡Si tan sólo ahora pudiera ayudarme!, pero hiciste bien tu trabajo y sabías que nadie me visitaría a estas horas. Sabías que estaría sola.


No entiendo porque me has hecho esto, ¿qué derecho crees tener sobre mí?, ¿porqué has decidido por mí?

Si sólo me hubieras violado habría podido soportarlo, porque soy fuerte, la vida me enseñó a ser así. Habrías maltratado mi cuerpo, pero no hubieras tomado mi alma; yo hubiera encontrado la salida y habría triunfado sobre ti.

Pero el hubiera no existe, verdad. No te conformaste con humillarme también quisiste matarme.


Todo lo que tenía planeado se quedó inconcluso ya, ni la serie que quise ver, ni la fiesta de cumpleaños del hijo de Martha, todo se ha perdido para mí.

¡Mis papás! Ya no podré verlos, no estaré presente en su día a día. ¿Qué será de ellos? Ya no están fuertes y dependen de mi ayuda. Dispusiste de mi como si fuera una cosa y te quieres deshacer de mi como basura. Qué poco valor tienes, si has pensado que yo te pertenecía. ¡Me pertenezco sólo a mí! Pero ahora todo se ha perdido. No se si la justicia llegue a mi familia algún día, siempre se condena a los que ya no pueden hablar con juicios acerca de su vivir sin siquiera intentar comprender su por qué. Mi reputación quedará enlodada como la de tantas otras, que en su incredulidad han ido a parar a los campos desiertos donde el único testigo es quién te ha quitado la vida en su deseo mezquino de poseer un momento de infinito demasiado pequeño.



—¡MALDITO BASTARDO!


—¿Qué fue eso?, ¿Quién está allí? — No, nadie iba a venir, ella estaría sola el día de hoy, ¡lo revisé bien!, esto lo planeé con detalle, ¡nadie puede estar aquí!



¿Has podido escucharme?, ¿cómo es esto posible?, ¿en verdad puedes oírme?

—¡ME QUITASTE MI VIDA! ¡ERA SÓLO MÍA!


Un golpe seco se escucha en la habitación.

El hombre voltea asustado tratando de buscar a quien esta hablando, está pálido y sus manos cubiertas de sangre.

Entonces se detiene junto a la puerta escuchando un helado susurro:

Tendrás que escuchar cada palabra que voy a decir, nadie podrá ayudarte, poseeré tu vida, así como tomaste la mía. ¡AHORA ME TOCA A MÍ!



Este relato está incluido en la antología de la Universidad Autónoma del Estado de México titulada Recolectores de silencios 2021.



 

Erika Castillo (Chihuahua, 1982) Estudió Ingeniería Industial en el Instituto Tecnológico Superior de Nuevo Casas Grandes. Escritora y poeta bilingüe. Ha laborado en empresas binacionales a cargo de áreas de Aseguramiento de calidad, Evaluación de proyectos y Finanzas, también incursionó en el área de Marketing y Diseño de productos.

Madre de familia y lectora ferviente desde su infancia. Ganó el concurso de cuento a nivel estatal organizado por la DGETI en 1997. Ha publicado en varios medios digitales y participado en mesas de diálogo organizadas por Anaquel Literario, comunidad literaria e intercultural. Actualmente colabora con la publicación quincenal Las Aventuras de una mamá lectora.

Participó en la antología de Alas de mariposa con el poema Transformación. Su relato ¡AHORA ME TOCA A MI! Estará en la Antología Recolectores de Silencios de la Universidad Autónoma del Estado de México 2021.

Participó en el Primer encuentro Internacional de Poesía de Xochimilco en Septiembre 2021.

Obtuvo mención especial en el segundo concurso internacional de relatos fantásticos del Diario Tinta Nova con el cuento El Primer Colibrí.


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